Por Lucía Fuentes

Esta mañana, en la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca tenía lugar una comparecencia sobre las medidas a adoptar para el relevo generacional del sector primario, un asunto recurrente en el Parlamento de Canarias.

Durante las intervenciones del Consejero y de los distintos grupos parlamentarios, destacaba una misma línea roja: la necesidad de dignificar esta profesión.

La triste realidad de nuestra tierra es que el 70% del suelo agrícola ya no se cultiva y ello se debe a diversos motivos, entre ellos la falta de agua, la carencia de seguridad jurídica o excesiva burocracia y la ausencia de nuevos agricultores.

Si bien la falta de agua se atribuye en primer lugar al cambio climático, no es menos cierto que ciertos comportamientos dentro del sector también han contribuido a empeorar este problema, como la introducción en nuestro campo de productos como el aguacate, con una huella hídrica seis veces superior a la del plátano. Ello es una muestra clara de la necesidad de trasladar el foco en aumentar la productividad del terreno y, en su lugar, invertir en la formación para la gestión sostenible del suelo.

Volviendo a la falta de relevo generacional, hablemos del desprestigio. El desprestigio de una profesión cuya existencia es tan necesaria para toda la población. Una profesión en la que quienes se han dedicado a ella incentivan a sus descendientes a no continuar en el sector, basándose en la falta de rentabilidad, el excesivo esfuerzo y dedicación exigidos, la falta de vacaciones…

Por un lado hemos visto cómo los jóvenes agricultores que han solicitado subvenciones se ha reducido a una tercera parte en 3 años, pasando de 120 empresas jóvenes en 2020 a 44 en el 2023. Pero por otro, afortunadamente, hay nuevos profesionales que han invertido e innovado y a los que debemos visibilizar, jóvenes que contribuyen a la modernización y profesionalización del sector, haciéndolo más competitivo y estable. Esta es una tarea no solo de las instituciones canarias, que deben adoptar las medidas necesarias para apoyar económica, técnica y jurídicamente a estos empresarios,sino una responsabilidad social. Es obligación de nuestra sociedad darle el prestigio que merecen agricultores, ganaderos, pescadores y también su producto.

No nos duele pagar 1,50€ por un 1,5 litros de Coca Cola pero nos quejamos si ese es el precio de la misma cantidad de leche o de medio kilo de fruta. Es ahí donde debe comenzar el cambio.

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